Palpita la hora final.
En lo suspiros, quizás últimos,
el silencio condensa una vida.
No se piensa, ni se siente.
El segundo previo a la eternidad.
Una nebulosa de lo que uno fue
se construye en los que todavía están.
Abren la puerta,
entra la enfermera.
La muerte aún no reina.
En lo suspiros, quizás últimos,
el silencio condensa una vida.
No se piensa, ni se siente.
El segundo previo a la eternidad.
Una nebulosa de lo que uno fue
se construye en los que todavía están.
Abren la puerta,
entra la enfermera.
La muerte aún no reina.
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